Aprovechar la primavera
para viajar en transporte público con Pony Bravo y Sr. Chinarro en los auriculares, caminar hasta mis puntos de encuentro y compartir con el cervantino Luis Mateo Díez la pinta de Drácula con chaqué. En Mairena del Aljarafe doy gracias a historiadores como José María García Márquez y activistas como el maestro Juan Morillo, que siempre tiene un rinconcito en su memoria para mantener la rueda girando.
Vuelta a la normalidad
Ejercicio de agudeza visual
en el metro. La feria para trabajar, o la lúdica. Camisas blancas sin apenas plancha o camisetas negras (la roja de la PCEra es excepción), calzado de batalla y hechos diferenciales de músculos tatuados. Trajes (de hombre, de flamenca), zapatos para la ocasión, algún complemento de lunares, pañuelo, pulsera, etc. Nos iguala: teléfono móvil urbi et orbe, tornos abiertos a la salida de los puntos calientes. (Esto no es una crítica de clase). (Los siesos culturales vamos por compromiso). (Este viernes me ha tocado camiseta roja).
Nadie mejor que Manu Pineda
para contarte lo que pasa en Gaza. Nadie como él, que vivió allí tres años, para enterrar las mentiras sionistas con la realidad de familias enteras asesinadas a las que Manu pone nombres y apellidos y rostros y vivencias. No conocerás a un/a eurodiputado/a con más capacidad para mostrar la verdad y amontonar las vergüenzas de Europa como se amontonan los cadáveres de niños prematuros en el patio interior del hospital de Al Shifa.
El nuevo capitalismo de adolescentes
tiktokers en Coachella es, en verdad, el capitalismo de siempre (no de adolescentes, no generacional), otrosí del postureo en el Maestranza, uy lo que ha dicho. Puestos a retorcer, su versión más chabacana es la #papagorda. Leyendo las noticias me acuerdo de mi camarada Hamid, personaje anónimo en Persépolis, enemigo comunista en su patria, apátrida iraní en Occidente, donde todo lo ajeno se opina al boleón.